De los conceptos a la experiencia
Por Eugene Gendlin
“Beyond Postmodernism: From concepts to experience”, En Roger Frie (Ed.) “Understanding Experience: Psychotherapy and Postmodernism” pp.100–115. Routledge, 2003.
Traducción: Luis Robles Campos. (*)
La relación entre la experiencia y los conceptos es central para la teoría y la práctica de la psicoterapia. La filosofía puede ayudar a que entendamos esta relación. Tristemente, sin embargo, pocas personas piensan en combinar psicoterapia y filosofía, aunque cada una tiene lo que la otra más esencialmente necesita. Los psicoterapeutas pueden ser practicantes inmensamente sutiles pero típicamente no han desarrollado su pensamiento conceptual. Esto es porque encuentran pocos usos en su trabajo para los conceptos que ellos han aprendido o que se encuentran preparados para manejar. Por contraste, la filosofía proporciona una crítica a los tipos de conceptos que la psicología utiliza. Utilizando la filosofía, podemos pulir nuestro pensamiento conceptual. Sin alguna base filosófica, hablar sobre los tipos de conceptos puede parecer complicado. Uno necesita un conocimiento para hablar sobre los conceptos, algo que los filósofos han hecho desde los tiempos griegos. Si uno puede ver más allá de las asunciones inherentes en el tipo usual de conceptos que usamos, un nuevo tipo de conceptos puede ser adoptado. En este capítulo argumentaré que esa psicoterapia puede desarrollar conceptos teóricos directamente desde el experienciar.
Los filósofos, por su parte, raramente necesitan descubrir cómo es posible el acceso directo a algo que podría llamarse “experienciar”. En una larga tradición, la mayoría de los filósofos ha interpretado la experiencia como algo que siempre está ya organizado por los conceptos. Esto es verdad, pero la “experiencia” también siempre va más allá de los conceptos que están implícitos en ella. Cien años después de Freud, la mayoría de los filósofos que se interesan principalmente por la psicología aún acuden a los conceptos de éste, en lugar de acudir al trabajo experiencial de todo el siglo veinte. La tendencia filosófica de interpretar la experiencia sólo en término de conceptos es ampliamente reforzada por lo que puede encontrarse en Freud. La filosofía necesita descubrir que puede haber una relación directa entre el pensamiento y el experienciar. Descubrir la experiencia directa abre un inmenso y complejo campo filosófico.
Es imposible asir la relación entre la experiencia y los conceptos exclusivamente a través de los conceptos. El experienciar no puede ser copiado, capturado, o representado. Los conceptos sólo pueden apuntar hacia nuestra experiencia. Por lo tanto, necesitamos formar una clase especial de conceptos que incorpore el experienciar en si mismo, el acto al cual el concepto se refiere. Tenemos que llevar la experiencia junto con nosotros. El experienciar nunca se vuelve un concepto. Ya que el experienciar no puede ser representado, los conceptos sólo pueden indicar varios tipos de relaciones entre el experienciar y los patrones conceptuales. Yo presentaré unos cuantos de esos conceptos aquí.
Recientemente, una enorme laguna llamada Postmodernismo se ha creado entre el experienciar y los conceptos. Yo no sólo quiero examinar la naturaleza de esta laguna, sino que también intentar moverme más allá de ella. Por supuesto, hay muchas propuestas del postmodernismo. La más conocida es la negación que exista cualquier verdad, o que alguien pueda fundamentar cualquier declaración en la experiencia. El postmodernismo está en lo correcto en que uno no puede sostener la representación o una copia del experienciar. Pero esto no significa que lo que decimos no tiene ninguna relación con lo que experienciamos, que no haya ninguna verdad, que todo lo que decimos sea arbitrario. En contraste con el postmodernismo, yo muestro que podemos tener acceso directo al experienciar a través de nuestros cuerpos (Gendlin, 1992). Yo mantengo que la experiencia corporal no puede ser reducida al lenguaje y la cultura. Nuestro sentido corporal de las situaciones es un proceso de interacción concretamente sentido que siempre excede la cultura, la historia y el lenguaje.
No sólo la percepción.
¿Qué es y dónde está este experienciar al que tenemos acceso directo? Merleau–Ponty (1945) empezó en esta dirección con su discusión acerca del cuerpo, pero nosotros necesitamos ir incluso más lejos. El cuerpo no es sólo una pre–condición filosófica de la percepción. Merleau–Ponty rescató el cuerpo de ser considerado una cosa sentida más, como todas las otras cosas sentidas (como aún ocurre en la fisiología). Para él el cuerpo es un sentir, una orientación interior–exterior centro de la percepción, no sólo algo percibido, sino algo que percibe. Sin embargo, la percepción no es un posible punto de partida para entendernos a nosotros mismos y a nuestros cuerpos.
Al empezar con la percepción, la filosofía hace que parezca que las cosas vivientes están en contacto con la realidad sólo a través de la percepción. Pero las plantas están en contacto con la realidad. Ellas son interacciones, sin percepción en absoluto. Nuestros propios cuerpos vivientes también son interacciones con sus ambientes, y eso no está perdido sólo porque también tenemos percepción. Los cuerpos de los animales – incluyendo el nuestro —se sienten a si mismos, y por lo tanto, sentimos la interacción viviente que somos. Al sentirse a si mismos, nuestros cuerpos sienten su interacción física y sus situaciones inter–humanas.
Parece obvio que una situación no consiste en la percepción de colores, olores, y sonidos. Incluso la situación más simple no puede asirse solamente en términos de los cinco sentidos. Cada situación involucra otras personas y sus complejas interacciones entre sí. Esto no puede entenderse en términos de colores u olores.
Nuestros cuerpos se sienten a si mismos viviendo en nuestras situaciones. Nuestros cuerpos hacen nuestro vivir. Nuestros cuerpos son interacciones en el ambiente; ellos interactúan como cuerpos, no sólo a través de los cinco sentidos. Nosotros no acechamos detrás de una mampara con cinco mirillas.
El cuerpo viviente consiste en interacciones con otros en el mundo. La “percepción” sólo aparece ante o para un cuerpo. Pero el cuerpo también es una interacción en eso que respira, no sólo en eso que siente el frío del aire. Se alimenta; no sólo ve y huele la comida. Crece y suda. Camina; no sólo percibe la dura resistencia de la tierra. Y camina no sólo como un desplazamiento entre dos puntos en un espacio vacío, sino más bien para ir a alguna parte. El cuerpo se da cuenta de la situación entera, e implica, insta, forma nuestra próxima acción implícitamente. Se siente a si mismo viviendo la situación en su contexto entero.
Nosotros actuamos en cada situación, no sólo en base a los colores y olores (ni solamente en base a los cinco sentidos cruzados unos con los otros), ni simplemente por movimientos en el espacio geométrico. Más bien, actuamos desde la sensación corporal de cada situación. Sin la sensación corporal de la situación no sabríamos donde estamos o lo que estamos haciendo.
No sólo el lenguaje.
No es el cuerpo de la percepción lo que está estructurado por el lenguaje. Tampoco es la interacción del cuerpo estructurada exclusivamente por la cultura y el lenguaje. Más bien, es el cuerpo del vivir interaccional en su ambiente. La interacción del cuerpo siempre es más intrincada que el lenguaje. Es después y con el lenguaje, siempre de nuevo continuando y configurando esta situación en el presente. El lenguaje elabora cómo el cuerpo implica su situación y su próxima conducta.
Los animales superiores hacen mucho de lo que los humanos hacen y son. Por ejemplo, Jane Goodall reporta que una chimpancé, madre de un infante que tiene polio, toma cuidadosamente los brazos y piernas flácidos de éste. Cuando un chimpancé macho adulto estaba herido, su hermano pequeño se sentó y cuidadosamente cerró su herida abierta.
El tipo de simbolización humana de la experiencia no es necesariamente para una comunicación diferenciada. Los animales se acicalan unos a otros y se sacan pulgas incluso cuando allí no hay pulgas, sólo para hacerse compañía. Sabemos esto también por nuestros perros, gatos, y caballos. Cuando mi gato está especialmente deseoso de sentarse cerca de mi, él “acicala el pelaje” de mi mano con su lengua, aunque el puede darse cuenta que allí no hay pelaje. Este tipo de comunicación pasa entre ellos y con nosotros.
No tenemos ninguna dificultad para contestar a aquellos que piensan que no podemos hablar de nada previo al lenguaje. Por supuesto, hay diferencias culturales una vez que hay lenguaje. No estamos interesamos por un cuerpo sin el lenguaje. Podemos ver la primacía del cuerpo y su prioridad cuando sentimos cómo el cuerpo funciona ahora, siempre de una manera mucha más amplia que el lenguaje. El cuerpo funciona de maneras cruciales, y de maneras que son trans–históricas. No se trata de los cinco sentidos sino de la interacción del cuerpo sintiente que asume el lenguaje y la historia – y luego, siempre continúa excediéndolos. Permítame mostrar esto.
La sentido corporalmente sentido de las situaciones.
Merleau–Ponty (1945) dice que sentimos el espacio detrás de nuestras espaldas. Por favor, note por un momento que esto es verdad; usted puede darse cuenta del espacio que está detrás de su espalda. ¿Puede seguir llamándose a eso “percepción”? No es visión, audición, o tacto, tampoco es sólo la unión de los cinco sentidos. Es más bien un sentido corporal directo que usted tiene y usa todo el tiempo.
Usted siente detrás de sí no sólo el espacio, ni simplemente con cosas visibles que llenan el espacio. Usted siente detrás de si a las personas a quienes podría volverse y hablar. Esas personas son parte de su situación justo ahora, y usted se da cuenta de ellas como parte de su sentido de la situación en que usted está. Usted puede darse cuenta cómo su sensación corporal presente de paz cambiaría si decide darse la vuelta ahora y decirle algo fuerte a esas personas. Lo que no quiere hacer está todo incluido en la sensación de la situación presente que usted tiene ahora – de una manera corporal.
Suponga, por ejemplo, que usted está caminando a casa por la noche, y usted se da cuenta que un grupo de hombres le siguen. Usted no tan sólo los percibe. Tampoco los oye allí simplemente, en el espacio detrás de usted. Su sentido–corporal incluye también, de forma instantánea, su esperanza de que quizás ellos no lo estén siguiendo. Incluye su alarma y muchas experiencias pasadas – demasiadas como para identificarlas por separado – y ciertamente también la necesidad de hacer algo, ya sea caminar más rápidamente, cambiar su rumbo, refugiarse en una casa, prepararse para pelear, correr, gritar, (.....).
Los puntos suspensivos entre paréntesis (.....) expresan el hecho que su sentido–corporal incluye más de lo podemos nombrar, más de lo que usted puede pensar pensando una cosa a la vez. E incluye no sólo lo que está ahí. También implica el próximo movimiento para enfrentar la situación. Pero esta implicación de su próximo movimiento todavía es un (.....), ya que su movimiento real no ha ocurrido todavía.
Ya que incluye todo esto, el (.....) no es sólo una percepción, aunque ciertamente, incluye muchas percepciones. ¿Es entonces un sentimiento? Es ciertamente sentido, pero normalmente “sentimiento” significa emoción. El (.....) incluye las emociones, pero también mucho más que eso. ¿Es entonces algo misterioso y poco familiar? No, siempre tenemos tal sentido–corporal de nuestras situaciones. Usted lo tiene ahora, o estaría desorientado acerca de dónde está y lo que está haciendo.
¿No es extraño que ninguna palabra o frase en nuestro lenguaje exprese esto aún? “Kinestesico” se refiere sólo al movimiento, “propioceptivo” se refiere a los músculos. “Sensación” tiene muchos usos. Así que no hay ninguna palabra común para este absolutamente familiar sentido corporal de la complejidad de nuestras situaciones, que acompaña a la rápida sensación de más alternativas de las que podemos pensar separadamente. Nosotros lo llamamos una “sensación sentida”. Esta frase puede decir el (.....), pero sólo si trae el (.....) junto con él, de tal manera que esto sea parte de lo queremos decir y para que podamos pensar más allá a partir él. Entonces también podemos pensar más allá del (.....) específico hacia cualquier aspecto de cualquier tema, si permitimos venir una sensación sentida de ese aspecto.
Note que un (.....) es implícitamente intrincado. Es más de lo que ya se ha formado o distinguido. En mi ejemplo, incluye muchas movimientos alternativos, pero hay más aún: el (.....) implica un próximo movimiento – el cuerpo es la implicación de un próximo movimiento, pero después de, y con todo eso incluido, ese movimiento aún no se ha formado.
El (.....) es interacción. Es la manera del cuerpo de vivir su situación. Su situación y usted no son dos cosas, como si las cosas externas fueran una situación separada de usted. Tampoco su sentido corporal es solamente interno. Ciertamente, no es sólo una reacción emocional al peligro. Es eso, pero también incluye más acerca de la complejidad de su situación de la que usted puede ver o puede pensar. Su (.....) corporal es su situación. No es un objeto percibido ante usted o incluso detrás usted. La situación no son las cosas que están allí, ni algo interior dentro de usted. Su intrincado involucramiento con otros no está dentro de usted, ni fuera de usted, y tampoco son esas dos cosas juntas. El cuerpo–sentido es la situación. Es inherentemente una interacción, no una mezcla de dos cosas.
El cuerpo viviente es una interacción incesante con su ambiente. Por lo tanto, obviamente, contiene información medioambiental. El (.....) corporal también implica un paso más allá que puede todavía no ser hecho o dicho. Necesitamos concebir el cuerpo viviente de una nueva forma, para poder entender cómo puede contener (o ser) información, y también tener implicado el próximo paso del vivir. No se trata del uso habitual de la palabra “cuerpo”. Como hemos visto, el cuerpo no es sólo un centro orientando a percibir, ni sólo un centro de movimientos, sino también de acción y expresión en las situaciones.
El sentido corporalmente sentido de una situación también puede relacionarse con el concepto de “ser–en–el–mundo” de “Heidegger” (1927) El primer Heidegger y Merleau–Ponty escribieron poderosamente sobre lo que es inherentemente implícito, o pre–temático. En “Ser y Tiempo” (1927), Heidegger presentó un análisis fascinante del ser–en–el–mundo que siempre incluye sentimiento, comprensión, explicación, y discurso. Él re–entendió cada uno ellos y mostró que son “igualmente básicos” para el otro, y siempre presentes en cada uno de los otros. Heidegger sostuvo que en nuestra comprensión sentida conocemos nuestras razones por una acción que está “más allá de lo que la cognición puede alcanzar.”
Según su concepción unida con guión del ser–en–el–mundo, el modo humano de ser es realmente un “ser en”. Es un ser en las situaciones con otros. Heidegger se detuvo aquí, sin embargo, y desgraciadamente, no entendió esto de una manera corporal. Nosotros podemos ir más allá. “Ser–en” las situaciones con otros se aplica a la persona corporizada y sintiente.
La persona es interacción, y esto incluye nuestros cuerpos. Esto puede ser visto de muchas maneras. Por ejemplo, el infante nace, chupa el aire buscando el pecho. El pecho, a su vez, tiene que ser bombeado si no hay ningún infante. Por lo tanto, somos inherentemente interaccionales. Esto no significa, como los postmodernistas dicen, que no haya persona, sino que sólo diálogo. La efervescencia actual por el dialogo es una sobre–reacción a la visión previa que asumía que la persona es una estructura interna exenta de la interacción. En realidad, una auto–respuesta de una persona sucede dentro de un contexto de interacción, y está fuertemente afectada por este contexto. Pero la relación interpersonal ocurre dentro de un contexto de una auto–respuesta de una persona y está fuertemente afectado, por ella. Cada uno puede exceder el otro. Por consiguiente, intentamos proporcionar una máxima cercanía personal con una mínima intrusión de contenido. Nosotros llamamos a esto “Psicoterapia orientada al Focusing” (Gendlin 1996).
Usted sabe que hay alguien allí dentro de usted. Y cuando otras personas le miran, usted puede ver que ellos saben que usted está allí. Sartre (1943) entendió esto muy bien. En “Ser y la Nada” él se refirió a esto como “la mirada”. En nuestros conceptos teóricos sobre las personas, la presencia concreta de una persona – y la suya propia – tiene que ser sentida y referida como tal. Conceptos, estructura, contenidos, y experiencia; ninguna de estas cosas lo mira. Sartre también dijo correctamente que “la existencia precede a la esencia”. Este es un eslogan que implica que lo que está allí sentado en la silla mirándome es más fundamental y previo a cualquier cosa que vayamos a decir sobre ello. Pero si tomamos este (.....) mientras pensamos, podemos decir mucho más sobre él.
La verdad y los valores.
Mis colegas postmodernistas en la filosofía creen que no hay verdad. El hecho que no haya una sola verdad, sin embargo, no significa que no haya verdad. Significa que hay muchas verdades, y que la verdad tiene muchos diferentes y muy importantes significados. Ahora tenemos medidas objetivas para estudiar el grado en que las verbalizaciones de las personas llevan adelante su experiencia implícita, aún no formulada. Hay un tipo de verdad que aplica cuando lo que decimos tiene un cierto tipo de relación, un cierto tipo de efecto en lo que experienciamos. Lo que decimos y nuestras opciones prácticas no son simplemente arbitrarias y no relacionadas con lo que estamos experienciando concretamente.
Actualmente, las personas consideran que el elegir es arbitrario. Hay desilusión con la noción de “autenticidad”, ya que parece no significar nada más que algunos momentos de decisión, totalmente arbitrarios. Las decisiones–valores parecen arbitrarias cuando la realidad se piensa como “hechos” u “objetos” sin valor. Pero ahora sabemos que aparte de decidir arbitrariamente lo que hacemos, nuestro experienciar es algo más, más intrincado y compuesto de muchos más entramados implícitos, aún sentidos como uno. De esto vienen pequeños pasos tales como, por ejemplo: “Oh, no estoy lo bastante seguro todavía como para decidir esto”. Los primeros pasos como este pueden no parecer muy útiles, pero ellos crean cambios en cómo la situación entera se lleva en el cuerpo. Los pequeños pasos pequeños hacia adelante siguen en sus característicamente irregulares e inesperadas maneras que van más allá de las frases usuales del lenguaje común. En lugar de una arbitrariedad en el proceso de alcanzar una decisión, puede haber un proceso mucho más sutil en que usted está yendo en una dirección hacia la vida.
Yo estoy a favor del tipo de verdad que se lleva adelante y es elaborada. Lo que no me gustaría es considerar cualquier tipo de verdad como el único tipo. No es un problema que haya más de un tipo de verdad. Si la hubiera, el mundo se empobrecería enormemente. Todavía los postmodernistas continúan diciendo que no hay ninguna verdad. Esto es como pensar que todos sólo asumiéramos que hay, o bien, sólo un tipo de verdad o ninguna verdad en absoluto.
De hecho siempre estamos en una gigantesca y abierta posibilidad. Si usted toma casi cualquier cosa de una manera experiencial y luego va un poco más allá, ésta se vuelve mucho más intrincada. Realmente sería bastante aburrido si hubiera sólo un tipo de verdad. ¿Por qué alguien querría eso?
Conclusión.
Primero, los psicólogos y su público han descubierto la experiencia, pero no han reconocido suficientemente el rol de la cultura, la historia, y el lenguaje que comunican nuestra experiencia. Sofisticados intelectuales saben esto pero se van a otra cosa, al postmodernismo extremo, y argumentan que todo viene de la cultura, la historia y el lenguaje. Filosóficamente yo pienso que allí se necesita dar un paso más allá. Un paso adelante sería reconocer qué significa con y después del lenguaje. El cuerpo siempre está en una fresca situación interaccional que excede la cultura, la historia y el lenguaje.
Segundo, actualmente algunos pensadores están en busca de conceptos y de conocimiento “emergentes”. Para encontrar esto se requiere hallar el acceso directo hacia el experienciar corporal incesante. El acceso directo excede las frases comunes. Pero el lenguaje es inherente a todo expererienciar humano. Las nuevas facetas del experienciar reestructuran el lenguaje implícito y pueden generar nuevas sentencias. Éstas no copian la experiencia; más bien llevan adelante. Los observadores ingenuos creen que ellos pueden “homologar” la experiencia con algo que ellos dicen. Muchos postmodernistas saben que es imposible “representar”, capturar, o copiar la experiencia, pero ellos toman esto para decir que todo depende de una interpretación arbitraria. Un avance filosófico se produciría si notamos que podemos hablar desde un acceso directo al experienciar. Podemos reconocer la diferencia cuando estamos hablando desde nuestro acceso directo y cuando no lo estamos
Tercero, hablar desde un acceso directo a la experiencia lleva a un proceso en zig–zag entre el hablar y acceder, en el cual la experiencia cambia, pero no arbitrariamente. Esto ocurre en una sucesión de pequeños cambios sentidos corporalmente.
Cuarto, los cuerpos vivientes tienen una dirección holistica hacia la vida que es usualmente llamada “adaptativa”, como si ellas solamente se encajaran a requisitos externos. Pero de hecho los sistemas vivientes crean nuevos y más intrincados significados y acciones.
El proceso de experienciar que he descrito tiene su propia coherencia. Me tomó un tiempo largo afirmar que el incesante experienciar corporal tiene implicada su propia dirección hacia la vida. Los pequeños pasos que surgen desde ese borde son creativos, imaginativos, y siempre en alguna dirección positiva.
El proceso de vida es auto–organizante, pero mucho más intricadamente de lo que podemos conceptualizar. Una gran multiplicidad indivisible siempre está en funcionamiento. Los animales superiores viven vidas bastante complejas sin la cultura. La cultura no crea; sino que elabora. Entonces vivimos creativamente mucho más allá con y después de la cultura. Pensar que somos creación de la cultura no es una postura que uno pueda mantener si uno se da cuenta directamente de la incesante experiencia corporal. La cultura es cruda e inhumana comparado con lo que encontramos directamente. La complejidad que usted está viviendo ahora excede ampliamente las formas culturales que le han constituido. Con el Focusing descubrimos que somos mucho más organizados desde adentro. El acceso directo a esta complejidad nos habilita a pensar desde mucho más que los conceptos y las asunciones usuales.
(*) Luis Robles Campos (2006). Psicólogo – Universidad de Tarapacá. Arica – Chile. Focusing Trainer – Acreditado por Focusing Institute, New York. [email protected]